Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 109. La oración del Salvador

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

¡Oh! Padre al que amo, no estés ausente:
la gente dice falsedades contra mí,

quieren destruirme.
No han comprendido mis palabras,

Me han combatido sin razón verdadera, 
Me han odiado por proteger a su dios.

Le ofrezco mi amor, ellos me acusan;
He orado a mi Padre por ellos.

Quería hacerles el bien,
Y ellos intentan hacerme daño.

Cambiaban mi amor por su odio
Multiplicado deseos desgraciados:

Que un acusador se levante contra él,
Que un falso testigo le abrume y lo hunda.

En su proceso que sea reconocido culpable,
Que sus palabras piadosas se condenen,

Que su vida no se prolongue más,
Que se elimine a favor de otro,

Que sus discípulos se dispersen,
Que su comunidad pierda su protección,

Que sus hermanos y hermanas vivan de limosna,
Que se expulsen de sus casas,

Que todos sus bienes se les quiten,
Que sus beneficios sirvan a otros;

Que nadie les sea fiel,
Ni a él ni a sus discípulos;

Que la gente que lo sostiene desaparezca
Y que su nombre se olvide pronto;

Que los pecados de su familia estén ante Dios,
Que el mal de sus antepasados no se borre nunca.

Que el Señor no olvide nunca su pasado
Y haga desaparecer todo recuerdo de él.

Padre, estos acusadores no se han inquietado por la verdad,
Han perseguido a muerte a un pobre,
Un desgraciado herido en el corazón;

Han preferido maldecir más bien que ser bendecidos,
Se han llenado de maldiciones,

Se han atragantado con una bebida,

Se han dado aceite en su cuerpo.

Padre, hazles ver esta vestidura que los cubre,
Reconozca el cinturón que los ahoga.

He aquí cómo ruego a mi Padre que los trate,
Esta gente que se han encarnizado contra mí.

Tú, Padre, mi Dios y mi Señor,
Cuida de mí con tu amor:
Me apoyo en tu fidelidad; líbrame.

Pobre y desgraciado, lo soy
Y mi corazón está lleno de sufrimientos.

Haría falta que desaparecieran en la sombra,
Me han cazado como a un miserable.

Estoy agotado, mis piernas tiemblan,
Mi carne está rota por todas partes.

Para ellos, me he convertido en despreciable;
Al verme, inclinan la cabeza.

Ayúdame, Señor, mi Dios y Padre.
Sácame de ahí según tu designio.

Te ruego que reconozcan tu presencia
Y vean la obra que haces en mí.

Sólo saben maldecir; tú los bendecirás;
Cambiarás su orgullo en humildad
Y me alegraré de ello.

Comprenderán su deshonor
Y la vergüenza los cubrirá como un manto.

Quiero festejar a mi Padre públicamente,
Alabarlo en medio de las muchedumbres

Anunciando cómo cuidas de los pobres
Para protegerlos de gente que los desprecia.