Salmos y experiencia personal de Dios

Salmo 88. Padre, estoy desesperado

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Antífona. Te invoco, Señor, todo el día,
Tiendo las manos hacia ti.


Señor mío, Padre mío y Salvador mío,
En este tiempo, te invoco día y noche.

Quisiera que mi plegaria afecte tu corazón,
A menos que mi llanto te llegue.

Pues mi vida está saturada de desgracias,
Es un infierno para mí.

Se piensa que me estoy muriendo,
Se me cree terminado, contado entre los muertos.

Es como estuviera ya en mi tumba,
Olvidado de todo el mundo y de ti.

Me siento como enterrado en una fosa,
En un abismo tenebroso.

¿Sería tu furor el que me aplasta así,
el que me abruma con olas repetidas?

Mis mejores amigos se alejan de mí;
Se diría que les causo horror.

Vivo en una soledad sin salida,
No veo ya nada más que mi miseria.

Padre, hay días en que te invoco
Tendiendo mis manos hacia ti.

Intervén antes de que me muera
Si quieres que dé testimonio de tu amor;

Si no, no podré contar mi afecto,
Ni hablar de tu fidelidad a tus promesas.

Tu presencia no brillará en la fosa,
Cuando todo el mundo me haya olvidado.

Pero yo, te invoco, Padre,
Desde la mañana, mi oración es para ti:

¿vas a dejarme caer
sin que me sonríe tu rostro?

Desde mi infancia, las desgracias me han seguido;
A veces, estaba espantado y anonadado.

Tenía la impresión de que eres furioso
Y que iba a ser reducido a la nada.

A menudo, el terror me envuelve por todas partes
Como en un agua en la que me ahogo;

No tengo ya a nadie que me acompañe,
Salvo las tinieblas.