Con el corazón ante los salmos
Salmo 96.” El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables”.

Autor: Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Santidad = estar alegres
- La alegría interior
- Pecado de la tristeza
- Todo es una sinfonía de alegría

Reflexión:

• Señor, me siento feliz esta mañana al meditar tu Salmo. La luz del alba me ayuda mucho a sentir la alegría que 
inunda mi corazón a esta hora del día. Para mi fundador, san Juan Bosco, la santidad consiste en estar alegres.
• Sus razones tendría cuando recomendaba a sus chicos y chicas esta forma humana y natural de llegar a las cimas de la santidad.
• Claro que la alegría de la que él habla no es solamente el bullicio de los patios, los recreos, las diversiones y las excursiones. Son buenas y ayudan a que la alegría interior crezca, aumente y se identifique con el gozo de un corazón limpio, con la transparencia de un alma en la que no habita el mal.
• La misma palabra tuya, Señor, en manos de san Pablo es de una gran urgencia: “Estad siempre alegres, os lo repito, estad siempre alegres”.
• Toda la tierra se goza porque en ella has sembrado las semillas de la alegría. Por eso los que están muy cerca de ti, son gente alegre, serena y de una paz envidiable.
• Mi alegría es un medio para comunicar a los demás que es posible siempre y cuando haya contacto diario con tu Palabra. Si hoy existe un pecado en la sociedad que me circunda, es la tristeza que sobreviene tras una diversión en la que el alcohol ha exaltado la risa y la alegría pasajera.
• El creyente, Señor, lo hace todo con alegría porque cumple tu palabra y observa tu naturaleza. La luna es alegre, las estrellas, el sol, los árboles, las flores, las personas que viven de ti y te sirven con alegría.
• Se encuentra la alegría sirviendo una mesa, ordenando libros, plantando árboles.
• Todo se alegra. Hay alegría en el ser sano y justo y en cuantos viven pendientes de tu Palabra transformadora.
• Me siento alegre porque en ti encuentro la fuente que mana hasta mis fibras más íntimas.

Buenos días, Señor, y gracias.