Con el corazón ante los salmos
Salmo 89. “ Aunque vivamos setenta años y los más robustos hasta ochenta, su afán es fatiga inútil, pues pasan aprisa y nosotros volamos. Enséñanos a llevar buena cuenta de nuestros días para que adquiramos un corazón sensato”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- La muerte
- Verte cada a cara
- Vivir en tu presencia alegre
- Relativizar todo 

Reflexión:

• Este Salmo, Señor, me pone de lleno ante una realidad que a nadie nos gusta. Es la brevedad de la vida sensible que tenemos y que, al ser limitados y criaturas tuyas, tiene su límite, su fin y su muerte.
• Pero meditando tu Palabra con ojos de unión contigo, me doy cuenta de que la misma muerte es una transformación que se opera en mi ser sensible. Este deja de existir para que el alma se libre de forma total de todo aquello que le ata a esta tierra.
• Es el momento en que paso de una luz débil hacia la luz plenaria, aunque la noche oscura de la muerte la sienta en todo mi cuerpo.
• ¿Por qué será, amigo Señor, que nadie queremos la muerte? Nos hemos apegado a este mundo de tal forma que lo queremos convertir en eterno. Y la realidad diaria nos dice que no es así.
• Es señal evidente y clara de que no estamos, que no estoy, en tu atmósfera divina.
• Cuando, por el contrario, mi alma se sienta apoderada por tu amor, el hecho de morir es pasar a la contemplación del amado cara a cara, sin obstáculo alguno.
• Es el momento en que nada se interpondrá ya entre los dos, ni tan sólo son dos, sino más bien los dos son uno.
• El recuerdo de la muerte es para el creyente motivo para vivir rectamente, para que poco a poco vaya adquiriendo un corazón sensato.
• Incluso el pensamiento de la brevedad de la vida me hace ser más sabio, en cuanto que saboreo mejor las cosas de esta vida; me enseña a relativizar todo lo placentero y fugaz, para asentarme en lo definitivo, en lo que tiene valor para siempre.
• Señor, gracias por este Salmo. Me enseña, en medio de la certeza de morir, que debo vivir esta existencia con total plenitud.

Buenos días, Señor, y gracias.