Con el corazón ante los salmos
Salmo 76.” Y me digo:¡pobre de mí!, ha cambiado la diestra del Altísimo. Recuerdo las proezas del Señor, sí, recuerdo tus antiguos portentos, medito tus obras, considero tus hazañas”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- No entiendo nada
- No veo ningún fruto
- Corrige tu impaciencia
- Trabaja

Reflexión:

• Ante la meditación de este Salmo, me encuentro desalmado, La desilusión va haciendo presa de mi estado anímico. 
Parece que ha cambiado mi Señor. Sé que no es posible, pero me siento tan fuera de juego, que no te entiendo nada.
• Ya sé que no pides que te entienda. Cosa imposible. ¿Cómo va a entender una criatura finita al Infinito? Me digo a mí mismo: ¡Pobre de mí! Sí, es verdad. Trabajo más de la cuenta por tu Reino. No veo que el mundo que me rodea mejore de su situación actual
• Y para colmo, lo poco o mucho que hago por él, no acierto o logro ver el fruto de mi trabajo de siembra. ¿No será que lo hago por egoísmo y entonces no da mi trabajo el fruto apetecido?
• Reconozco que tengo defectos y que los voy limando a medida que pasa el tiempo. Pero soy a veces impaciente. Quiero palpar algo al menos para que me sienta satisfecho.
• No, no es así, me dices en mi callado y silencioso interior. Tú, apóstol mío, conténtate con trabajar. El fruto lo 
veo yo desde el cielo cada día.
• Por favor, no te vengas abajo. Cuando te pones así, es porque no me dejas a mí el camino libre. No te olvides que eres un instrumento en mis manos.
• Intenta corregir tus defectos. En la medida en que seas más amable y te entregues a mí, sin mirar el reloj, entonces, sólo entonces llegará a ti la luz y la alegría que te acompaña siempre.
• ¡Siempre! Unas veces con mayores destellos en tu vida. Otras, más oscuros.
• Gracias, Señor, porque tus palabras me animan a proseguir mi tarea. Sigues haciendo proezas en mi vida.


Buenos días, Señor, y gracias.