Con el corazón ante los salmos
Salmo 55.”Has librado mi vida de la muerte, mis pies del empujón, para que camine en presencia de Dios a la luz de la vida”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Urgencia de Cristo
- Tu cercanía
- Nada de pasividad
- El alma que anda en amor

Reflexión:


• La meditación de este Salmo me ha llevado a tu vida de caminante por los territorios de Israel. No parabas. La 
exigencia de predicar el Reino de Dios te daba vitaminas para andar sin cesar. Un verdadero caminante apostólico.
• Una forma excelente para aprender y captar desde cerca lo que es la vida de cada persona en su situación concreta. 
Así te acercabas a los enfermos, te enfrentabas contra quienes les exigían leyes absurdas que ni ellos mismos cumplían. Y me maravillas porque en todo te guiaba el amor a la Buena Noticia que predicabas.
• Por eso, amigo Señor, este día siento en mi interior la urgencia de aprovechar intensamente los días de mi vida para vivirte de cerca, para que habites en mi interior de la mejor forma posible.
• Tu misma Iglesia, al socaire de estos tiempos, tiene que movilizarse e ir a pie de calle para predicar el Evangelio de la verdad frente a tantas noticias malas que se propalan por doquier.
• La pasividad es la peor enfermedad de alguien que te quiere. No es posible estar quieto, tranquilito, sentado en el butacón mientras hay tanta necesidad en nuestro derredor.
• El mismo hecho de caminar bajo la luz de tu presencia es un acicate para no sentir cansancio. Como decía tu gran místico san Juan de la Cruz: “El alma que anda en amor, ni cansa ni se cansa”.
• Todo un lema que he de hacer propio en mi vida personal. Hablar de ti sin cansar ni aburrir a la gente, adaptando el lenguaje a este tiempo, las parábolas tuyas a estos días.
• Caminar a tu lado es sentir cómo vives en los pulmones, cómo se ensancha el espíritu al contemplar con la mirada las maravillas de tu creación. Así, todo es caminar con la intención de que me veas cada vez más ágil por las cosas que atañen a la verdad de tus mandamientos. 

Buenos días, Señor, y gracias.