Con el corazón ante los salmos
Salmo 54.” Veo en la ciudad violencia y discordia: día y noche hacen la ronda de las murallas: en su recinto crimen e injusticia, en su interior desgracias; no se apartan de sus calles la crueldad y el engaño”.

Padre Felipe Santos Campaña SDB

 

 

Sentimientos:

- Ruido de la ciudad
- Violencia en la calles
- Muertes de parejas sentimentales
- Temor de los maestros en las escuelas

Reflexión:

• Señor, con razón la gente busca hoy día huir de la ciudad los fines de semana. Se van a las ciudades dormitorios. No es fácil soportar el ruido de las calles inundadas de gritos y manifestaciones por motivos de protesta, huelgas de obreros de toda clase y condición, por efemérides deportivas y por los más diversos acontecimientos.
• No es inusual contemplar la actuación contundente de las fuerzas de seguridad haciendo su labor ingrata contra manifestantes desorbitados, ladrones y atracadores de tiendas de lujo, y mendigos que pululan por los sitios más inverosímiles.
• La misma comunicación es cada vez más escasa en las ciudades grandes. Apenas se conocen los vecinos del mismo bloque. 
No existe mucha charla amistosa entre los habitantes, salvo claro está, los muy amigos que se reúnen en los bares o cafeterías para tomar algo y sobre todo para comunicarse lo más elemental que les sucede.
• Hay discordias. Raro es el día que algunas parejas sentimentales no se matan entre sí. Eso de tu mandamiento de lo que “Dios ha unido que no lo separe el hombre” no se cumple en esta gente Se juntan hasta que deje de irles bien. Muchas muertes se deben a celos y a instintos primarios de una sexualidad mal concebida y vivida.
• Ya hay violencia hasta en algunas escuelas. Los pobres maestros sufren los ataques de algunos alumnos 
desconsiderados. La culpa de todo cuanto suceda en el ámbito de la escuela les compete a ellos No puede ni gritar a los alumnos y mucho menos castigarlos. Si lo hacen, llevan las de perder.
• Quiero, Señor, por lo que a mí respecta, evitar la violencia en mi casa. La paz debe reinar como un bálsamo que nos calme y tranquilice ante tanta barbarie.
• Es difícil vivir instantes de tranquilidad. Cuando menos te lo esperas, la sirena de la policía o de las ambulancias te sobresaltan la quietud.
• Menos mal que tú eres “mi camarada, mi amigo y mi confidente, a quien me uno con una dulce intimidad”.

 

Buenos días, Señor, y gracias..