Himno meditado
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!, 
la Iglesia nos sumerge en tu misterio; 
te confesamos y te bendecimos, 
Señor, Dios nuestro. 

Como un río en el mar de tu grandeza, 
el tiempo desemboca en hoy eterno, 
lo pequeño se anega en lo infinito, 
Señor, Dios nuestro. 

Oh Palabra del Padre, te escuchamos: 
Oh Padre, mira el rostro de tu Verbo; 
Oh Espíritu de Amor, ven a nosotros; 
Señor Dios nuestro. 

¡Dios mío, Trinidad a quien adoro! 
Haced de nuestras almas vuestro cielo, 
llevadnos al hogar donde tú habitas, 
Señor, Dios nuestro. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu: 
fuente de gozo pleno y verdadero, 
al Creador del cielo y de la tierra, 
Señor, Dios nuestro. 

Amén

Reflexión:

. Gracias, Señor, porque no soy una rueda del poder, porque soy uno con los que él aplasta.

.Señor, ante la fiesta de la Santísima Trinidad, me acojo ante las tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo y un solo Dios.

. Por muy inteligente que sea el hombre, nunca podría llegar a comprender este misterio. Es gracias a la Biblia, en donde está tu palabra revelada, la que nos permite saber cómo es vuestra vida dinámica, vuestras relaciones y vuestro cariño por cada persona y cada cosa creada.

.Me queda una sola salida: la adoración, escuchar tu palabra, pediros que mi relación contigo, Señor, sea auténtica, transformadora, comunicativa, a mi estilo, en mi contacto con los demás.

.Adoración es mi mejor actitud. Dejarme embriagar por vuestro amor y n darle vueltas a la cabeza para comprender este misterio tan excelso.