Himno meditado
Dios de la luz, presencia ardiente 

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

Dios de la luz, presencia ardiente 
sin meridiano ni frontera: 
vuelves la noche mediodía, 
ciegas al sol con tu derecha. 

Como columna de la aurora, 
iba en la noche tu grandeza; 
te vio el desierto, y destellaron 
luz de tu gloria las arenas. 

Cerró la noche sobre Egipto 
como cilicio de tinieblas, 
para tu pueblo amanecías 
bajo los techos de las tiendas. 

Eres la luz, pero en tu rayo 
lanzas el día o la tiniebla: 
ciegas los ojos del soberbio, 
curas al pobre su ceguera. 

Cristo Jesús, tú que trajiste 
fuego a la entraña de la tierra, 
guarda encendida nuestra lámpara 
hasta la aurora de tu vuelta. 

Amén.
Reflexión:

. Cuando somos grandes en humildad, estamos más cerca de lo grande.

. Así, Dios mío me quiero encontrar. Con mi actitud humilde estoy en condiciones de acercarme a ti. Rechazas al soberbio porque le sobras. Este tiene como “dios” su propia riqueza y su fuerza.

.Y a pesar de que tú no tienes fronteras, ni nadie pone límites a tus deseos, el humilde en ti encuentra su solaz, su consuelo; el pobre busca su consuelo en tu amor.

.Incluso de noche puedo ver tu grandeza en la que brillas con la luna y las estrellas que mantienen su orden y siguen tus órdenes desde que las fundaste.

.Las mismas arenas del desierto las conviertes en tierras fértiles porque para ti todo es posible. Nadie ni nada se te resiste. Gracias, Dios mío, por tu benevolencia, tu amor gratuito.