Himno meditado
Vengo, Señor, cabe las ígneas huellas

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

Vengo, Señor, cabe las ígneas huellas 
de tus sacras heridas luminosas: 
quíntuple abrir de inmarcesibles rosas, 
suma constelación de cinco estrellas. 

Vengo a poblar sus oquedades bellas, 
a estudiar en sus aulas silenciosas, 
y a beber, con ternuras dolorosas, 
la miel de acíbar que pusiste en ellas. 

Cuando zozobre mi valor, inerme, 
y vaya en turbias ansias a abismarme 
y llagado también llegue yo a verme, 

deja a tus dulces llagas allegarme, 
y en sus íntimos claustros esconderme, 
y en su divina suavidad curarme. 

Amén. 

Reflexión:


. Amigo, tu corazón inmenso relucía frente al sol naciente, como el picacho nevado de un monte solitario.

.Señor, noto que mi corazón reluce junto a tus llagas divinas. En ellas veo la salvación, la alegría que nos traes después de tus sufrimientos por redimirnos de maldades.

.Si no estoy contigo, me siento alejado, triste y sin el entusiasmo de tu presencia.

. Contigo a mi lado, nada temo. Escucho tu palabra: No tengáis miedo, confiad en mí. Dad la cara por mí ante la gente, las autoridades y tribunales.

.Tus huellas, ígneas o de fuego, encienden en mi alma deseos tan grandes que estoy dispuesto a dar la cara por ti ante quien te ofenda en sus escritos o con su boca. Porque, Señor, nada temo, porque sé que vas conmigo, a mi lado.