Himno meditado

Atardece, anochece, el alma cesa

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

Atardece, anochece, el alma cesa
de agitarse en el mundo
como una mariposa sacudida.

La sombra fugitiva ya se esconde.
Un temblor vagabundo
en la penumbra deja su fatiga.

Y rezamos, muy juntos,
hacia dentro de un gozo sostenido,
Señor, por tu profundo
ser insomne que existe y nos cimienta.

Señor, gracias, que es tuyo
el universo aún; y cada hombre
hijo es, aunque errabundo,
al final de la tarde, fatigado,
se marcha hacia lo oscuro
de sí mismo; Señor, te damos gracias
por este ocaso último.
Por este rezo súbito. 

Amén.


Reflexión:

.El día ha pasado veloz como una centella que cruza tu universo infinito. O como la voz reiterativa del vendedor:”¡Pulseras, pulseras de plata y de cristal!”. Nunca tiene prisa, ni va más que donde quiere, ni lo obligan a llegar a sitio alguno, ni a volver a casa a su hora.

. En el fondo me entran a veces ganas de ser como este vendedor. ¿Qué he vendido hoy?, me pregunto ahora en tu presencia?

. Y caigo en la cuenta de que le mejor mercancía que llevo a mis espaldas, eres tú. Y te doy las gracias por ser tu hijo, al que quieres sin límites.

.Me doy cuenta de que en ti encuentro los cimientos que fundamentan mi cada de creyente. ¿Qué personalidad voy a construir si no estás tú como cimiento que embellece mi persona con tus dones aceptados libremente por mí?

. Y en mi oración rápida- porque estoy cansado- va una carga de amor tan grande que sólo pienso en ti, te amo a ti y oro por quienes no te oran ni se acuerdan de los beneficios con que hoy los has enriquecido.

. Ha anochecido. Y en la paz de la noche, te digo: Bendíceme, amado Señor. Y gracias.