Himno meditado
Revestidos de blancas vestiduras

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

Revestidos de blancas vestiduras, 
vayamos al banquete del Cordero y, 
terminado el cruce del mar Rojo, 
alcemos nuestro canto al Rey eterno. 

La caridad de Dios es quien nos brinda 
y quien nos da a beber su sangre propia, 
y el Amor sacerdote es quien se ofrece 
y quien los miembros de su cuerpo inmola. 

Las puertas salpicadas con tal sangre 
hacen temblar al ángel vengativo, 
y el mar deja pasar a los hebreos 
y sumerge después a los egipcios. 

Ya el Señor Jesucristo es nuestra pascua, 
ya el Señor Jesucristo es nuestra víctima: 
el ázimo purísimo y sincero 
destinado a las almas sin mancilla. 

Oh verdadera víctima del cielo, 
que tiene a los infiernos sometidos, 
ya rotas las cadenas de la muerte, 
y el premio de la vida recibido. 

Vencedor del averno subyugado, 
el Redentor despliega sus trofeos y, 
sujetando al rey de las tinieblas, 
abre de par en par el alto cielo. 

Para que seas, oh Jesús, la eterna 
dicha pascual de nuestras almas limpias, 
líbranos de la muerte del pecado 
a los que renacimos a la vida, 

Gloria sea a Dios Padre y a su Hijo, 
que de los muertos ha resucitado, 
así como también al sacratísimo 
Paráclito, por tiempo ilimitado. 

Amén. 



Reflexión:


.Pienso en otras edades, que flotaron sobre el río de la vida, del amor y de la muerte, y se olvidaron luego...¡Y qué libre me siento en el morir!

.Señor, este himno me invita a vivir siempre con vestiduras blancas. No se trata de vestidos blancos en lo físico que cubre mi cuerpo, sino en la vestidura inocente que cubra y permee mi conciencia.

.Señor, hago un brindis por tu bondad. Sí, nos has creado por tu amor y en él vivimos hasta que llegue el momento de mi dulce morir.

.Floto en este ambiente que llama a sus “cosas”, pero reacciono en seguida para cobijarme en los brazos de quien me ama desde toda la eternidad. Gracias.