Himno meditado
Recuerde el alma dormida

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
como se pasa la vida,
como se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
como, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en el mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos;
y, llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.

Este mundo es el camino
para el otro, que es morada
sin pesar;
más cumple tener buen tino
para andar esta jornada
sin errar.
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
descansamos.

Este mundo bueno fue
si bien usásemos de él
como debemos,
porque, según nuestra fe,
es para ganar aquel
que atendemos.
Aún aquel Hijo de Dios,
para subirnos al cielo,
descendió
a nacer acá entre nos,
y a vivir en este suelo
donde murió.


Reflexión:

.¡Sea hermosa la vida como la flor de verano, hermosa la muerte como la hoja de otoño!

.Señor, este himno me trae el recuerdo alegre, real y vivo de mi destino. Mi alma no está dormida, sino en atenta vela esperando el encuentro definitivo contigo.

.La vida es hermosa como una flor, siempre y cuando piense que el “paso” de este mundo al tuyo definitivo sea tan deseado que nunca me asuste.

. Me gusta mucho que la muerte nos iguale a todos: pobres y ricos, niños y mayores, a reyes y humildes...

. Y ante el pensamiento de dejar existencia física, que no me ponga triste. Los seres queridos que me despiden, los veré de nuevo en el cielo, la morada definitiva y de gloria por ti preparada para quienes te aman y todo el que tenga buena voluntad.