Himno meditado
No sé de dónde brota la tristeza que tengo

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

No sé de dónde brota la tristeza que tengo.
Mi dolor se arrodilla, como el tronco de un sauce,
sobre el agua del tiempo, por donde voy y vengo,
casi fuera de madre, derramado en el cauce.

Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú sabes
cómo soy; tú levantas esta carne que es mía;
Tú, ésta luz que sonrosa las alas de las aves;
tú, esta noble tristeza que llaman alegría.

Tú me diste la gracia para vivir contigo;
tú me diste las nubes como el amor humano;
y, al principio del tiempo, tú me ofreciste el trigo,
con la primera alondra que nació de tu mano.

Con el último rezo de un niño que se duerme
y, con la voz nublada de sueño y de pureza,
se vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme
hacia ti, y en tus manos desmayar mi cabeza



Reflexión:


.Te vi como el niño medio despierto que ve a su madre en la luz del alba, y la sonríe, y se vuelve a dormir.

.Señor, hoy me encuentro ante tu omnipotencia como un niño o bebé que, cuando se despierta por la noche, la sola mirada de la madre, le consuela tanto que vuelve a dormirse.

.¡Qué maravilla es vivir colgado de tu gracia, de tus dones divinos que en mí has derramado sin merecer nada por mi parte.

.Hoy, al llegar la noche, quiero encontrarme contigo y con tu madre, la Virgen. En su regazo deseo encontrar mi gozo y mi consuelo. Los necesito hoy para que la paz me acompañe siempre en todo momento.

. Cuando me lleguen los asaltos que el mal me lanza, haz que sepa reaccionar con la firmeza que me da la gracia, el don que me mantiene unido a ti.