Himno meditado

A ti, Jesús, te alaban las naciones

Fuente: Liturgia de las horas

Reflexión: Padre Felipe Santos Campaña, SDB

 

 

A ti, Jesús, te alaban las naciones;

que a tu reino nos llevas,

y en ti cobra esperanza nuestra súplica,

único mediador de cielo y tierra.

 

Verbo de Dios, por quien todo fue hecho,

nacido de María;

Tú, la hostia pura, santa, inmaculada,

que de ofrecerse a Dios sola fue digna.

 

Ungido por el Padre, Jesucristo,

eterno sacerdote,

reconcilias al cielo con la tierra,

los hombres y los ángeles te adoren.

 

Dios de Dios verdadero, igual al Padre,

por nosotros te ofreces

en sacrificio, y mueres por nosotros,

trocando en vida eterna nuestra muerte.

 

Clavado en cruz, nos miras, te miramos,

crece el amor, la entrega.

Al Padre, en el Espíritu, contigo,

eleva nuestro canto y nuestra ofrenda.

 

Amén.  

 

Reflexión::  

. Señor, bello cántico de esperanza que mi interior se convierte en súplica; no en una súplica de petición, sino de gozo profundo en mí.  

. No sabe uno mensurar la bondad de tu corazón entregado por los hombres. Y no solamente entregado un día en la cruz, sino que esta entrega se perpetua día a día, de generación en generación mediante tu presencia en la Hostia pura, tu alimento entregado para logremos estar unidos a ti y a todos y alcanzar la vida eterna.  

. Quien come de este pan vivirá para siempre. No sé qué nos ocurre, Señor, que hay gente que prefiere otros alimentos al tuyo. El frescor de su fe en ti se ha ido apagando desde el día en que hicieron la primera comunión.  

.Ya lo sabes: hoy vale sólo lo que renta dinero. Y tu alimento es tan débil, que no logran ver su alcance. Es normal: les falta la llama ardiente de la fe.  

. Te doy las gracias por los sacerdotes, tus ministros, que cada día repiten tu gesto de amor incomparable de Última Cena; sacerdotes que, en tu nombre, reconcilian nuestras faltas y nos las perdonas.  

. Al mirarte en la cruz, en la persona que sufre o está alegre, crece en mí el amor porque sé que tú no me fallas nunca.