Cántico

Bendito sea Dios

Tb. 13, 1-10
Fuente: Liturgia de las horas

 


Bendito sea Dios, que vive eternamente, 
y cuyo reino dura por los siglos:
él azota y se compadece, 
hunde hasta el abismo y saca de él,
y no hay quien escape de su mano. 

Dadle gracias, israelitas, antes los gentiles,
porque él nos dispersó entre ellos.
Proclamad allí su grandeza, 
ensalzadlo ante todos los vivientes:
que él es nuestro Dios y Señor, 
nuestro Padre por todos los siglos. 

Él nos azota por nuestros delitos, 
pero se compadecerá de nuevo,
y os congregará de entre todas las naciones 
por donde estáis dispersados. 

Si volvéis a él de todo corazón 
y con toda el alma, 
siendo sinceros con él,
él volverá a vosotros 
y no os ocultará su rostro. 

Veréis lo que hará con vosotros, 
le daréis gracias a boca llena,
bendeciréis al Señor de la justicia 
y ensalzaréis al rey de los siglos. 

Yo le doy gracias en mi cautiverio,
anuncio su grandeza y su poder 
a un pueblo pecador. 

Convertios pecadores, 
orad rectamente en su presencia:
quizás os mostrará benevolencia 
y tendrá compasión. 

Ensalzaré a mi Dios, al rey del cielo, 
y me alegraré de su grandeza.
Anuncien todos los pueblos sus maravillas 
y alábenle sus elegidos en Jerusalén. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. 

Amén.