Cántico

Los pueblos todos se conviertan al Señor

Is. 45,15-26

Fuente: Liturgia de las horas

 

Dios permanece escondido para cuantos no le buscan, también para Israel en cuanto no se orienta a su servicio. El se constituye en el soberano de los suyos, sobre la base de la fe y la conversión. Mas, al final para bien o para mal, todos habrán de quedar bajo su mano.

 

Es verdad: tú eres un Dios escondido,

el Dios de Israel, el Salvador.

Se avergüenzan  y se sonrojan todos por igual,

se van avergonzados los fabricantes de ídolos;

mientras el Señor salva a Israel

con una salvación perpetua,

para que no se avergüencen ni se sonrojen

nunca  jamás.

 

Así dice el Señor, creador del cielo

 - él es Dios -,

él modeló la tierra,

la fabricó  y la afianzó;

no la creó vacía,

sino que la formó habitable:

‘‘Yo soy el Señor y no hay otro’’

 

No te hablé a escondidas,

en un país tenebroso,

no dije a la estirpe de Jacob:

“ Buscadme en el vacío.”

 

Yo soy el Señor que pronuncia sentencia

y declara lo que es justo.

Reuníos, venid, acercaos juntos,

supervivientes de las naciones.

No discurren los que llevan su ídolo de madera,

y rezan a un dios que no puede salvar.

 

Declarad, aducid pruebas,

que deliberen juntos:

¿Quién anunció esto desde antiguo,

quién lo predijo desde entonces?

¿No fui yo, el Señor?

- No hay otro Dios fuera de mí –

 

Yo soy un Dios justo y salvador,

y no hay ninguno más.

 

Volveos hacia mí para salvaros,

confines de la tierra,

pues yo soy Dios y no hay otro.                    

                  

Yo juro por mi nombre,

de mi boca sale una sentencia,

una palabra irrevocable:

“Ante mí se doblara toda rodilla,

por mí jurará toda lengua”,

dirán: “Solo el Señor

tiene la justicia y el poder”.

 

A  él vendrán avergonzados

los que se enardecían contra él,

con el Señor triunfará y se gloriara

la estirpe de Israel.

 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.